Ruido, ruido, ruido

Hay un concepto físico bastante interesante y que es usado profusamente en ingeniería de telecomunicaciones. Se trata de la relación señal-ruido. Este concepto mide la capacidad del receptor de reconstruir un mensaje que ha atravesado un medio. Si la relación señal-ruido es alta es fácil reconstruir el mensaje original, en cambio, si es baja, la probabilidad de reconstruir el mensaje original disminuye.
Haciendo su extrapolación a la historia de la humanidad, vemos que aún sin saberlo, este concepto ha sido usado habitualmente por los poderes fácticos.
Evidentemente los poderes siempre han estado interesados en que los mensajes que cuestionen su autoridad, o simplemente el statu quo de cada época, no lleguen a los gobernados.
Usando la relación señal-ruido, tendríamos dos formas de evitar que determinados mensajes lleguen al receptor. El primero es manipulando la señal, el segundo es aumentado el ruido.

En el pasado, la capacidad de llenar de ruido una sociedad era muy limitada, por no decir nula. De ahí que se actuara exclusivamente sobre la señal, por medio de la censura, la quema de libros y personas, etc. Cuando alguien decía algo que podía suponer una amenaza contra los poderes era automáticamente silenciado (de forma drástica y permanente) y su obra sea en forma de libros, pinturas, o lo que sea, eliminada.

Pero llegaron los medios de comunicación masiva y la sociedad de consumo. Los nuevos poderes descubrieron que era tan eficaz modificar la señal (eliminar los mensajes peligrosos con la censura) como aumentar el ruido para evitar que algunos mensajes llegaran a los receptores.

Y mucho me temo que, habiendo superado la primera fase, nos encontremos en la segunda y por ese motivo nuestra vida esté llena de ruido. En vez de censurar la información inadecuada para el sistema, se entierra entre toneladas de información-basura.
De hecho, aunque el auténtico secreto de la eterna juventud estuviera escrito en Internet, a ver quién es el majo capaz de encontrarlo entre los miles de millones de terabytes de información disponibles.
Dicho de otra forma, el exceso de información es la nueva forma de censura de la sociedad actual. O planteado de otra forma aún más dura: ¿realmente hemos superado las etapas de las dictaduras y el absolutismo o estamos en otra forma de dictadura más difícil de ver en la que tenemos sensación de libertad?
Pues no estoy seguro, pero, en cualquier caso, hay formas de sortear esta nueva forma de censura. Es muy costosa y exige mucha disciplina. Consiste en ser muy selectivos con las fuentes de información, cuidando con lo que alimentamos nuestro cerebro con el mismo mimo que debemos utilizar para alimentar nuestro cuerpo y por supuesto, simplificar al máximo nuestra vida, reduciendo nuestras dependencias (del tabaco, del alcohol, de la moda, de las apariencias, de…)

Para ir concluyendo este post, me apoyaré en la mítica frase de Antoine de Saint-Exupéry en El PrincipitoLo esencial es invisible para los ojos”. Según eso es probable que no merezca la pena que busquemos lo esencial en una casa más grande, o en el último modelo de coche, o en el último vestido, o en la última serie de televisión o en un nuevo coctel porque seguramente no está ahí. Lo más probable es que lo esencial, lo que produce felicidad auténtica, esté cerca de nosotros y ya lo tengamos. Solo necesitamos aprender a verlo.

Conviene recordar que los poderes establecidos necesitan que pasemos por la vida entretenidos, sin pensar, sin cuestionar ninguna de sus verdades. De ahí que el ruido circundante les venga de perlas.
Ruido de compras, ruido para elegir entre miles de opciones,… ruido de coches, ruido de Internet, ruido de televisión, de radio, de cosas a poseer…“Ruido de conjuros, Ruido malnacido, Ruido tan oscuro, Puro y duro ruido” que decía Joaquin Sabina en Ruido, 1.994

Comentarios

  1. Bueeeeeno..., No estamos tan mal.
    Es tan amplia la diversidad de los medios de comunicación actuales, que resulta muy complicado emitir el volumen de ruido suficiente en todas las frecuencias. Y más, cuando cualquiera puede encontrar formas, más o menos accesibles, para expresar sus ideas (este blog es un buen ejemplo de éllo).
    Por otra parte, vengo observando un error de apreciación: muchas veces, confundimos la parte con el todo. Aparece una corriente de opinión dominante en la Red (Twitter, WhatsApp, el famoso me gusta...), y lo trasladamos, sin pensar, al conjunto de la sociedad. Luego, vienen las sorpresas, por ejemplo, postelectorales...
    Igualmente, me doy cuenta (leyendo mensajes en Grupos de WhatsApp), que ciertos comentarios poco empáticos (siendo generoso) suelen ser emitidos por una minoría. Al resto puede que no le importen, comulguen con ellos o, simplemente, no quieran meterse en "líos". Creo que quien escribe piensa que "el que calla, otorga". Y me da igual la ideología que transpiren esos mensajitos.

    Todo ello me inspira la misma reflexión:
    Avanzan los medios, pero seguimos siendo los mismos homínidos de siempre. Rascas la fina capa de civilazación que nos envuelve y descubrimos al animal que realmente somos.

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    1. Es cierto. No estamos tan mal. Yo no digo que lo estemos. Lo que intento decir es que nuestra atención está centrada en mil pequeñas cosas y que probablemente deberíamos centrarla en 10 cosas más importantes. ¿Cuales son esas mil pequeñas cosas y cuales son esas 10?, pues cada uno debe pensárselo. También intento decir que a los poderes siempre le ha interesado que nuestra atención esté puesta en unas cosas para distraernos de otras y que por ese motivo se fomenta el ruido de muchas maneras.
      En cualquier caso, cada uno de los post de Siguiente Nivel no tienen como intención sentar cátedra, porque lo que se expresa es solo una opinión que tiene el mismo valor que cualquier otra.
      El objetivo es invitar a la reflexión (de ahí el subtítulo de "Temas abiertos para la reflexión") sobre temas específicos. El resultado de esa reflexión puede ser que no los argumentos dados no son válidos.
      Magnífico si para llegar a esa conclusión cada uno ha elaborado sus propios argumentos.

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